Por Ricardo Braginski para el diario Clarín

Dicen que hay ciertas cosas que uno sólo valora cuando las pierde. Se habla de la salud, los afectos, las compañías más cercanas. Y hay algo más que quizás, para todos los argentinos, entre dentro de esta categoría: la gratuidad universitaria, un derecho que este viernes cumple 70 años de vigencia, más allá que durante algunos de esos años, gobiernos de facto lo derogaron.

Como todo en nuestro país, la gratuidad de la universidad también está sometida a una polémica. Hay voces -bastante escuchadas- que afirman que es una medida injusta, porque las mayorías -a través de los impuestos- terminan pagándole los estudios a chicos de clase de media que podría pagar un arancel.

Hasta un candidato a presidente prometió que si ganaba lo iba a eliminar.

Seguramente muchas de esas personas, paradójicamente, hayan sido formadas en la universidad pública. Así como los médicos, los ingenieros, los científicos de las más diversas disciplinas, y hasta cinco premios Nobel, que construyeron lo mejor de la Argentina moderna. Gente proveniente de familias que, al contrario de lo que se dice, difícilmente hubieran podido pagar estudios universitarios.

Es cierto que la gratuidad universitaria es una medida igualadora que no genera por sí misma igualdad. Otra paradoja. De hecho, a pesar de ser gratuita, hoy sólo 1 de cada 100 jóvenes del quintil más bajo logra recibirse en la universidad en el país. Y entre los que sí se gradúan, muchos efectivamente podrían haber hecho algún aporte, sobre todo para ayudar a los que menos tienen.

Pero nada de esto es problema de la gratuidad universitaria. En todo caso, la gratuidad es el punto de partida.

Falta mejorar, en serio, la secundaria para que más chicos lleguen a la universidad con chances de recibirse; expandir la oferta de calidad a todo el país con carreras estratégicas que aporten; o sistemas de becas solventadas por los egresados (como es en Uruguay, por ejemplo).

Ideas no faltan para mantener viva una de las conquistas más relevantes de la educación argentina.

 

Un espejo donde no mirarse

Y si alguien todavía tiene dudas de la importancia de la gratuidad universitaria es cuestión de mirar qué está pasando en Chile.

Ahí, estudiantes y profesores vienen reclamando hace años un modelo como el de la Argentina. No es algo que venga del reciente estallido social.

Es que se pueden pensar cientos de cambios, pero nunca dejar afuera de la educación a un joven simplemente por no tener plata.